COLOMBI EN MODO “OPOSICIÓN”

Ricardo Colombi se consolida como oposición. Su estrategia, sin Valdés y sin Milei, solidifica su figura y estimula expectativas. Capitaliza apoyos en todos los sectores mientras los radicales dudan; los peronistas se dividen; y los libertarios meten miedo.

Colombi se afirma en el subconsciente del electorado como el único opositor a los dos oficialismos – Valdés y Milei – y construye su candidatura a gobernador en la certeza que transmite su perseverancia.

En off y sin ponerse colorados, varios analistas confirman lo que está prohibido exteriorizar: Colombi está firme en su objetivo y seguro en sus posicionamientos, capitaliza votos radicales; seduce al peronismo huérfano; y contiene a los que huyen del mileísmo extremista.

Coinciden los que toman el pulso en todo el territorio que “no hay prisa en su andar por los caminos de la provincia“. Y agregan “Sí, hay un rumbo, que va generando apoyos sin condiciones; encontró el mensaje que convence servido en bandeja: no es por Milei; no es por Valdés; es por ustedes… y lo vamos a lograr juntos”. Aseguran, le han escuchado repetir siempre.

Sin arrogarse la concresión de milagros y mucho menos la infalibilidad de los dioses, Colombi va sumando voto a voto. Indiferente a las encuestas y a los intereses partidarios, permeabilizó su entorno y recepciona todos los mensajes. En el boca a boca, después de su paso por comunidades postergadas, hay un reconocimiento explícito que crece exponencialmente aprobando su gesto.

El ciudadano común la tiene clara: ni propaganda ni batalla libertaria, con la realidad del día a día alcanza.

COLOMBI ES OPOSICIÓN

Ricardo Colombi es oposición. Es opositor de Javier Milei desde antes que fuera electo. Se convirtió en opositor a Gustavo Valdés cuando percibió que el poder dejó de ser compartido y se redujo al personalismo absoluto en todos los sentidos.

Aunque parezca una contradicción, tomó la decisión de enfrentarlo convencido de que tenía que terminar con el monstruo que había creado. El disparador para ese razonamiento tuvo su origen cuando Valdés creó un partido propio y no solo postergó a la UCR, también le cambio el nombre y las reglas a la alianza.

El tres veces gobernador no le esquiva el bulto a las críticas y reconoce el perjuicio de algunos caprichos. Pero resalta “hay muchos personajes que perdieron la memoria, pero la gente sabe quién es quién… yo no traiciono y el pueblo tampoco. La lista de traidores es larga, pero no supera a los que están esperando votar para pasarle la factura“. Es cierto…

EL ÚNICO CANDIDATO

Valdés va descabezando opositores internos a la nominación de su hermano Juan Pablo, respaldado por una dirigencia radical aburguesada y aliados parasitarios.

El peronismo ratifica su dependencia del dedo kirchnerista y postula candidatos reemplazables, garantizando el surgimiento de facciones dispuestas a cualquier acuerdo que les sirva como instrumento de venganza.

Los libertarios se inmolan festejando un gobierno nacional unitario, insensible con los débiles, acosador de las instituciones, protagonista de escándalos de corrupción, facilitador del entreguismo, negacionista de derechos y falsificador de simetrías.

Sobran aspirantes auto postulados que en realidad auspician su nombre tan solo para ver si pueden morder algún cargo. Casi todos ellos en funciones; algunos con fecha de vencimiento; otros, porque pretenden la inmunidad de ser electos.

Pero, el único candidato confirmado que no depende de padrinazgos o negociados es Ricardo Colombi.

CONSTRUYENDO DESDE LA BASE

Colombi decidió volver a las fuentes. Se expone en el cara a cara con la gente. Escucha. Da explicaciones. Asimila la crítica y no se exculpa. Pone la otra mejilla, va más allá y asume ser perfectible. Pero advirtiendo que: solo, nadie puede.

Por fuera de las estructuras sectoriales. Lejos de las mesas chicas y las reuniones de élite, va gestando una épica en la que se posiciona como intérprete de los que aún gritando no son escuchados.

Hay una comunión que se traduce de lo que es un murmullo a una firme confesión: vuelve Ricardo.

Mientras tanto, el hombre osco de palabras mordidas no necesita que lo presenten ni que lo escolten, camina y avanza. Los otros… Los otros discuten. Prometen. O peor, desde la comodidad de la indiferencia, miran.

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